lunes, 23 de marzo de 2009

Y así empezó todo... (3ª Parte)

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Un zumbido lejano y chisporroteante que se filtró a través de la gruesa puerta de la celda de detención sacó a Jessa Dajus del último episodio de su pesadilla recurrente. Por un momento yació inmóvil sobre el jergón, con las últimas imágenes de la araña gigante y hambrienta desvaneciéndose lentamente ante sus ojos, tratando de identificar los débiles zumbidos que se filtraban en su celda.

Y entonces lo supo. Disparos de bláster. Muchos.

Puso sus piernas en el frío suelo de metal y se acercó a la puerta. Fuego de bláster, cierto; y aquí, en el centro de detención particular del moff Sarne.

Sólo podía significar una cosa.

La Rebelión había llegado por fin a Kal'Shebbol.

El fuego se detuvo. Jessa puso el oído en la puerta, sobreponiéndose al latido de su corazón para oír los sonidos amortiguados que venían del otro lado, mientras se preguntaba qué bando habría ganado. Se oyó un solitario tiro de bláster pesado, luego, una pausa; después un segundo disparo y otra pausa. ¿Habrían ganado los imperiales y ejecutaban sumariamente a los vencidos?

Absurdo. No, desde luego, antes de que Sarne los hubiera interrogado. No, debían de haber ganado los rebeldes y ahora abrían las celdas de detención.

Tal vez buscando a un prisionero en especial, o si no liberando a todos para colaborar en el caos previo a la invasión que estuviesen preparando.

A menos que la invasión ya hubiese ocurrido, en cuyo caso...

Jessa contuvo el aliento, con el pensamiento roto en mil pedazos ante el repentino brote de temor que había atravesado su mente. Otro de aquellos extraños presentimientos que a veces le venían: indeseados, involuntarios, pero siempre acertados.

Y si había que dar crédito a la intensidad de lo que sentía...

-¡Eh! -gritó aporreando la puerta- ¡Eh, ahí afuera! Tengo que hablar con ustedes. ¡Rápido!

Hubo una pausa. Jessa estaba tomando resuello para volver a gritar cuando la puerta que tenía tan cerca reverberó con el sonido de un relámpago de bláster y se descorrió.

Un hombre y una mujer estaban de pie allí, frente a ella, vestidos con monos de camuflaje. La mujer llevaba una pistola BlasTech DL-56; él abrazaba un rifle bláster A280-K. «No se preocupe», dijo la mujer, con voz firme pero que contenía una nota tranquilizadora. «Somos amigos».

-Sí me preocupo -Jessa se contorsionaba en su esfuerzo por cristalizar algún detalle de la sensación que aún reptaba por su mente-. Aquí hay peligro. Un peligro horrible. Algo... creo que algo que ustedes van a provocar si siguen con lo que están haciendo.

Los dos rebeldes se intercambiaron sendas miradas. «¿Puede ser algo más concreta?», preguntó el hombre.

-Ojalá pudiera -dijo Jessa saliendo medio paso de la celda y mirando en ambas direcciones del pasillo. A la derecha había otra mujer armada y en mono de camuflaje, hablando muy seria con un wookie castaño rojizo mientras lo sujetaba fuertemente del brazo con su mano libre. Lofryyhn, creyó recordar que se llamaba el wookie: un prisionero experto en tecnología que el moff Sarne había comprado a unos mercaderes de esclavos y puesto a trabajar en los muelles y en aquella corbeta de clase Corelia que estaba modificando.

También había otro puñado de prisioneros, de pie junto a la puerta de sus celdas recién abiertas, la mayoría mirando aturdidos lo que acababa de pasar-. Lo único que les puedo decir es que lo sentí por primera vez cuando me di cuenta de que estaban abriendo las celdas a tiros.

El rebelde hizo un gesto a la mujer y al wookie.

«¿Kaiya?».

-¿Qué pasa? -preguntó la mujer, Kaiya, al unirse al pequeño grupo.

-La prisionera asegura que hay algún tipo de peligro en el bloque de celdas -dijo el hombre.

-Sí, y se llama refuerzos imperiales –asintió secamente Kaiya mientras estudiaba el rostro de Jessa-. ¿Conoce algún otro peligro?

-No conozco nada -dijo Jessa empezando a enojarse-. Tengo presentimientos...

Lofryyhn, el wookie, gruñó algo. «Quiere saber quién es usted», tradujo Kaiya.

-Me llamo Jessa Dajus -dijo Jessa observando al wookie por el rabillo del ojo. Cabía dentro de lo posible que él supiera quién era realmente ella...-. Teniente Jessa Dajus. Era piloto de transbordador de Sarne.

Los ojos de Kaiya miraron sobre el hombro de Jessa, hacia la celda de la que acababa de ser liberada.

«¿Demasiados aterrizajes bruscos?»

-Demasiadas purgas de lealtad -repuso Jessa-. En la última me encontré en el lado equivocado.

El wookie rezongó bajo su resuello y de pronto echó a andar por el pasillo. Jessa sintió tensarse sus músculos, pero nada podía hacer con tres bláster rebeldes apuntando aproximadamente en su dirección.

«A veces he ayudado a pilotar naves de combate», añadió ella. «Por lo general con la patrulla personal de Sarne. Sé cómo piensa».

-¿Y qué piensa exactamente de este centro de detención? -preguntó Kaiya.

-Kaiya, no hay tiempo de discutir -se interpuso la otra mujer antes de que Jessa pudiese responder-. La cuenta atrás se acaba pronto.

-Lo sé -dijo Kaiya frunciendo el ceño con preocupación-. Sería mejor que vosotros dos salierais de aquí y os fuerais con los demás. Lofryyhn y yo podríamos liberar al resto de los prisioneros y unirnos más tarde.

-No es buena idea-insistió el hombre-. Sí Dajus tiene razón acerca de una emboscada o algo que os aguarda ahí delante...

Un triunfante rugido wookie lo interrumpió.

Jessa se dio media vuelta y vio a Lofryyhn parado ante una de las celdas sin abrir, agitando su enorme brazo hacia el mecanismo de la cerradura.



«¿Qué es eso?» preguntó el rebelde.

-Verificado -dijo Kaiya con una suerte de lúgubre satisfacción en su voz-. Lofryyhn dice que hay una trampa en la puerta de esa celda. Está diseñada para hacer caer el techo entero, de hecho, para matar a todo bicho viviente en el bloque de celdas.

Volvió a mirar a Jessa con un brillo de intriga en sus ojos. «Aquí debe de haber prisioneros muy importantes para que Sarne no los quiera entregar».

-No es lo que se dice un buen perdedor –dijo Jessa.

-Ya veo que no. -Kaiya miró a ambos lados del pasillo- Bien, definitivamente no nos queda tiempo para buscar trampas en cada celda. Tendremos que dejar el resto de los prisioneros para más tarde.

-Nos vamos a la ruta de escape de Sarne –añadió el rebelde, mirando a Jessa-. Quizás quiera venir con nosotros.

Jessa mostró una sonrisa tensa. Por supuesto que la invitación no era por el placer de su compañía. Lo que querían es que no saliera corriendo al intercomunicador más cercano a solicitar refuerzos contra ellos.

Pero las razones no importaban. Lo importante era que si el grupo de comandos formaba parte de una invasión rebelde en toda regla, sin duda el moff Sarne estaría huyendo en este momento a través de esa ruta de escape suya, dirigiéndose a su nave de emergencia y a la seguridad del espacio exterior. Si Kaiya y los suyos eran lo bastante rápidos, todavía podían darle su merecido allí mismo.

Y Jessa quería estar allí cuando lo mataran. Con todas sus fuerzas.

-Me encantará ir con ustedes - le dijo al rebelde-. Hay una puerta escondida en las oficinas de Sarne. Vengan; les diré dónde está.

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